EL CUENCO MILAGROSO

Había una vez un rey muy orgulloso, que se creía el controlador de todo, pudiendo hacer lo que quisiera. Un día se le acercó un mendigo y le pidió una limosna. El rey, con un inmenso orgullo contestó:

—¿Qué quieres? ¡Yo te lo podría dar todo! Te puedo dar tanto dinero que nunca jamás volverías a mendigar.

—Su majestad, no sabría qué hacer con tanto… —contestó el mendigo—, yo me conformo cuando llenan mi cuenco, da igual que sea de pan, queso u oro.

El rey quiso exhibirse y empezó a echar al cuenco monedas de oro. Estaba echando y echando, pero el cuenco no se llenaba, ¡se quedaba siempre vacío! Siguió echando más y más, hasta que el tesoro de la casa real, poco a poco, fue disminuyendo. Viendo que su tesoro se lo tragaba el cuenco del mendigo, el rey se halló perturbado. Desaparecía cualquier cosa que echaba.

—¿Qué le pasa a este cuenco?, ¿de qué está hecho? —preguntaba, realmente sorprendido.

—Es el cuenco de la mente humana —contestó el mendigo sonriendo.

Pensamiento:

Sabed que la mente humana es como ese cuenco: a ella tampoco se le puede llenar y quedar satisfecha. Siempre estará ansiosa de algo más, es muy curiosa y tiene mucha hambre. Es insaciable.

“Hasta que tu mente no esté al servicio amoroso de Dios… y no contemples Su hermosa forma, cualidades y pasatiempos, nunca estarás plenamente contento y satisfecho.”

Sri Prema Krishna Das Babaji Maharaj